Entre la frialdad y la pasión por la vocación: mujeres fuertes que investigan muertes

¿Cuántos de nosotros somos capaces de estar en la escena de un crimen con el suficiente equilibrio como para que cualquier sentimiento (miedo, angustia, bronca, desazón) no obstaculice el razonamiento? ¿Cuántos de nosotros somos capaces de estar ante un cadáver desconocido, y observarlo una y varias veces, sabiendo que, hasta pocas horas antes era, como cualquier persona, un cúmulo de expectativas y emociones, y ahora, una muerte cuyas causas deben develarse?

¿Cuántos de nosotros relacionamos a la Policía como una institución eminentemente masculina, en la que las mujeres, salvo excepciones, no cumplen roles jerárquicos? Sin embargo, pese a los imaginarios y a los prejuicios, las mujeres, que este domingo conmemoran su Día Internacional con más visibilidad que nunca, con la misma relevancia tienen un protagonismo decisivo en un área clave: la Policía Científica. 

Anneris Morales, Claudia Quiroga, Cinthia Cuevas, Daniela Assin Ábrego, Rita Fidalgo y María Paula Soto Díaz son seis ejemplos de pasión, vocación y superación en un trabajo que no es para cualquiera: investigar, en el lugar de los hechos y con los rastros en el laboratorio, delitos y crímenes de todo tipo. 

Su labor es clave para otorgarle pruebas a la Fiscalía para lograr el máximo objetivo: la responsabilidad y la condena, último eslabón al que todas, entrevistadas por Sur Actual, consideran la mayor de las satisfacciones, en las que, en el caso de los crímenes, se compatibilizan la frialdad del deber cumplido y la emoción de saber que una persona o una familia ya pueden cerrar el círculo, para comenzar el duelo.   

Anneris Morales, de 32 años, con rango de oficial inspector y licenciada en Criminalística egresada del Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina, en Capital Federal, lleva seis años en la Policía del Chubut, siempre dentro de la Policía Científica. Y, desde hace dos años, es la segunda jefa de la División de Rawson cuyo titular es el comisario Julio Canteriño.  

Anneris Morales, en cuclillas, en plena labor de campo. 

-          ¿Cuál es tu función?

-          Mi función es ir al lugar del hecho en casos relevantes en los que necesitemos tener una visión como criminalistas, y colaborar con el turno que vaya en ese momento. Y, a su vez, manejar el recurso de la División. Al cargo de segunda jefa, que me lo otorgaron el año pasado, llegué luego de ingresar a la Policía en 2014, en la Agrupación Profesional, y en un principio desempeñé funciones en la División de Trelew. Allí hacía sobre todo informes periciales balísticos, documentológicos, escopométricos, criminalísticos, no tanto en el lugar del hecho. Una vez que pasé a la División de Rawson, con la llegada de Canteriño tuve un poco más de participación en el lugar del hecho. Y, como resultado, se me dio la responsabilidad.

-          ¿Cómo es desempeñarte en una institución en la que la mayoría son hombres?

-          Es un desafío. Pero tenemos muchas posibilidades de crecimiento. Depende de los jefes, pero en mi caso, mayoritariamente he tenido buenos jefes que no han reparado en si una es mujer u hombre. Me han dado oportunidades de crecimiento, de aprendizaje, de capacitación, y de seguir aplicando mis conocimientos científicos. Es un desafío diario, pero una siempre mantiene un norte, y la parte profesional muy a flor de piel. Entonces nunca se da pie a ningún malentendido de ningún tipo. En ese sentido, siempre he sido respetada. Igualmente, en la División somos mayoritariamente mujeres, y somos muchas las que estamos en el día a día. Por ahí se lo tiene como un trabajo de hombres, pero por ejemplo estuvimos dando clases en la cátedra de Metodología de la Investigación y el alumnado en su mayoría eran mujeres. Entonces hay que desmitificar quizás que, al menos en la Policía Científica, es mayoritaria la presencia masculina. Hay muchas mujeres en el día a día que, a pesar de tener familias y obligaciones también en el hogar, cumplen de manera excelente ese rol, y en la parte profesional. 

La propia Anneris es una de las que tiene ese doble rol: “Tengo una nena y un varón, de 6 y 3 años y medio. Mi marido, Juan Manuel, siempre está acompañándome y dándome fortaleza. Es el gran pilar para que yo pueda crecer profesionalmente. Es un gran compañero en las tareas de la casa y de los niños, por lo que es muy equitativa y repartida la tarea en la casa”. 

Y cuenta: “Si bien cumplimos un horario administrativo, de 8 a 14, en la oficina, hay muchos hechos que requieren nuestra presencia a la madrugada, por la tarde o a la noche. Tenemos bastante aceitada la dinámica familiar, por lo cual puedo ir a esos lugares en los que me requieren. Si bien él tiene su trabajo a la mañana, después de las 15 queda liberado y yo puedo seguir estando pendiente del teléfono. Porque la verdad es que uno siempre está pendiente del teléfono. Y si me toca ir voy, sabiendo que él está con los chicos. Es un gran compañero”.   

Tomando nota en un frío día comodorense, Cinthia Cuevas.

Cinthia Cuevas tiene 29 años, pero una formación que no cualquiera tiene a su edad. Agente de Policía y licenciada en Criminalística, transita por su cuarto año en la División Policía Científica de Comodoro Rivadavia, específicamente “en la parte de pericias, y en la coordinación del lugar del hecho, en escenas complejas”. 

“Estudié durante 6 años en la Universidad de La Rioja la Licenciatura en Criminalística. En 2016 comencé en el Centro de Instrucción de Comodoro Rivadavia, y en diciembre de ese mismo año egresé como agente de Policía. Allí ingresé directamente a la División de Policía Científica”, repasa. 

Su formación le permite transitar también el campo académico: “Además de mi trabajo en la Policía Científica doy clases en un instituto, en la Tecnicatura Superior en Criminalística, y en el Centro de Instrucción de la ciudad, de Técnicas de Investigación Criminal”. 

Pero no todo es trabajo en su vida: “Tengo una hija de un año y 8 meses. La tuve en medio de mis funciones en la División de Policía Científica. Fue un cambio grande y tratamos con mi marido de repartirnos el tiempo entre el trabajo y la casa”. 

“Lo llevamos bastante bien. Es un trabajo bastante arduo el de ser mamá, pero lo complemento bien con mi trabajo en la División”, agrega. 

Claudia Quiroga tiene 50 años y hace 16 que está en la Policía del Chubut. Tiene rango de sargento y cumple funciones en el AFIS (Sistema Automatizado de Identificación de Impresiones Dactilares), en Rawson. 

Claudia Quiroga, sonriente, y lista para su trabajo con el sistema AFIS.

“Mi oficina es la central, por lo que cargamos rastros que son recolectados en el lugar del hecho, en cualquier lugar de la provincia, y los cotejamos con una base de datos. Si ese rastro coincide con alguien de nuestra base de datos, es un positivo: podemos asegurar que esa persona estuvo en ese lugar. No necesariamente tuvo que ver con el delito, pero al menos tendrá que explicar qué hacía ahí. También puede ser que dé negativo. Pero lo que nosotros hacemos es demostrar qué persona estuvo en ese lugar”, cuenta, con explicación apasionada. 

La misma pasión la llevó a superar el infortunio familiar. “Hace tres años mi pareja murió, de muerte súbita. Como yo era muy apasionada de lo que hacía y mi jefe vio que no estaba en las mejores condiciones me dijo: ‘Clau, por qué no te ponés a estudiar’. Me pareció brillante la idea, que me dieran la oportunidad. Y estoy orgullosa de mí misma, porque lo logré”. 

Claudia completó la Tecnicatura en Criminalística “en los tres años clavaditos”. Y no oculta su orgullo: “Soy humilde, pero en eso no tanto, porque, ¿viste cuando te sentís orgulloso de lo que hacés? Y decís: ‘Lo hice, lo hice’. No es fácil. Mis hijos eran grandes, no era que lloraban y dependían de mí, pero está bueno a los 47 ponerle onda. Y sobre todo era como decirles a mis compañeros más jóvenes: ‘Vamos, ustedes también tienen que poder’”. 

Madre de Lucas, de 27 años, y de Enzo, de 24, el camino fue arduo: “A mis 47 años decidí retornar a los libros. A la mañana prestaba servicio en Rawson, y al mediodía viajaba a Madryn, a la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, donde se dictaba la carrera, y regresaba a Trelew muy tarde. Fue un gran esfuerzo, pero valió la pena”.

-          ¿Qué caso o casos recordás más y por qué?

-          Lo que siempre más me llega obviamente, como mujer, son los femicidios, porque hay que darles respuestas a esos padres, a esos hijos. Pero hubo un caso muy particular, que no fue un femicidio, sino un homicidio. Era una persona joven que fue encontrada en una zona muy descampada, alejada de la costa, en zona de playa. Y en el lugar, trabajando en el campo, se descubre el cuerpo. Se hace toda la diligencia que hace la Policía Científica y nosotros, como AFIS, en ese momento le tomamos las huellas dactilares. Con mis compañeras estábamos probando la tecnología, porque este sistema es muy nuevo para nosotros. Desde el lugar le mandé la foto a mi compañera, la escaneamos y fue casi al instante que pudimos darle identidad a esa persona, que hacía pocos minutos era un NN. Con todo lo que eso significa: porque para nosotros un NN es siempre un padre, hijos, hermanos, que están preguntándose en algún lugar dónde está. Y nosotros podemos decirles: ‘Esta persona que se encontró es fulano de tal, es su familiar’. Nos encontramos con familias destrozadas buscando a algún familiar. Uno cuando sabe que alguien se murió es horrible. Pero sabés que se murió. Pero que esté desaparecido es lo peor que les puede pasar. Es un sufrimiento diario, una tortura. Entonces darle una respuesta a esa familia, que pueda cerrar ese círculo, es gratificante, más allá de lo que significa este trabajo. 

Y cierra: “Nosotros no hacemos tanto trabajo de campo, sino de laboratorio, en cuatro paredes. Pero es hermoso. Somos pocos, comparados con otras dependencias. Pero creo que todos somos re apasionados de lo que hacemos. Cuando tenemos un resultado bueno, es emocionante porque realmente al caso lo sufrís y lo padecés, como si fuese propio. Pensás siempre en la familia de los demás”. 

Daniel Assin Ábrego, en el medio, junto a un compañero y a una compañera de la Policía del Chubut. 

Daniela Assin Ábrego tiene 36 años y una profesión heredada con la misma pasión que dice que tuvieron su papá y su abuelo. Hoy, como desde hace una década -de los 13 años en total que lleva en la Policía- la ejerce en su lugar en el mundo: Sarmiento, su ciudad natal.  

“Mi cargo actual es sargento. Desde siempre me desempeñé en Sarmiento. Exactamente hace 10 años que pertenezco a la Subdivisión de Policía Científica. Esta jurisdicción es compleja porque directamente trabajamos con el Ministerio Público Fiscal. Somos auxiliares. No solamente tenemos jurisdicción sino también circunscripción, lo cual abarca localidades y pueblos cercanos, en la Ruta Nacional N° 24, la 40, rutas provinciales, Río Mayo, Río Senguer, Buen Pasto, Facundo, Aldea Apeleg, Aldea Beleiro, Ricardo Rojas y todas las aledañas”, detalla. 

-          ¿Por qué sos policía?

-          Yo creo que mamé la función desde la cuna. Mi papá era policía y mi abuelo también. Más que mi función era mi vocación. De mis hermanos, soy la única policía. Cuando ingresé tenía un hijo de 4 años que hoy está a tres meses de cumplir 17. Sentía que yo tenía que estar acá. Es que cuando entré a la Policía, por cuestiones de la vida me dejaron trabajando en Comodoro. Luego volví a mi ciudad natal y acá me interesó hacer otra cosa, no solamente patrullar las calles. Y me formé con el que para mí sigue siendo el maestro y el capo máximo, que es el comisario inspector (Cristian) Ansaldo, que está a cargo del área de Criminalística y me dio la oportunidad de estar donde estoy, desde hace 10 años.  

-          ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

-          Lo más gratificante es llevar al culpable a la Justicia, y lograr su condena. En lo personal he logrado la condena de varios autores de hechos acá en Sarmiento. 

A la inversa de la mayoría de las divisiones policiales, Daniela cuenta que en Sarmiento “el área de Criminalística está compuesta por un único masculino, que se incorporó hace 4 meses. Anteriormente siempre fuimos femeninas. De hecho, en el Ministerio Público Fiscal de Sarmiento la mayoría son mujeres. Y somos las que trabajamos en las escenas de los hechos. Siempre trabajé con mujeres. Es gratificante. Pero no sé si somos más detallistas porque los hombres también lo son”. 

Una mujer, precisamente, es a la que recuerda con emoción en su voz: “Mi amiga y compañera Brenda Arratia hoy ya no está. Dejó su alma y su vida en la Policía Científica, y en la institución en sí. Ahí aprendí que en el trabajo sí tenemos reemplazo. Ella falleció por un edema pulmonar. Y luego ingresaron dos compañeras más. Pero en la casa nadie tiene reemplazo. Se murió la mamá en este caso, y no hay otra mamá”. 

“Nosotros dejamos el alma en este trabajo. A cualquier lugar donde se produce un hecho vamos sin horario de ida ni de retorno. Para mi fortuna yo vuelvo y está mi hijo esperándome, está mi familia esperándome. Eso es lo que me alienta a seguir trabajando. Y llegar a mi casa, que mi hijo me espere y sea una buena persona, es una gratificación”. 

En otra zona de la provincia, en Esquel, trabaja Rita Fidalgo, con 16 años como policía y con 14 de trayectoria en el área. 

En pleno trabajo en la escena del crimen, Rita Fidalgo.

“Soy encargada de turno, en el cual tengo un chofer y un disponible, es decir otro compañero en distintas tareas, masculinos”, dice, como reafirmando al pasar el orgullo por su género, aunque aclara: “El trato con el personal masculino ha sido siempre con respeto y compañerismo, sin importar rango ni edad”.

“Son múltiples las tareas que se realizan en el campo -explica-. Si bien al inicio de mi carrera solo realizaba trabajo de fotografías, con el paso del tiempo fui incorporando nuevos conocimientos y hoy cumplo satisfactoriamente el rol de coordinar ante cualquier requerimiento que se nos solicita”, dice esta madre de dos hijos adolescentes que viven con ella.  

“Llevo 16 años dentro de esta bella institución que es la Policía del Chubut, donde me inicié en la Comisaría Primera de Esquel. Y llevo 14 años en la Científica, siempre viajando a Rawson para capacitarme en varias oportunidades, como en levantamiento de rastros e inspecciones oculares”, describe con satisfacción.

En el laboratorio, haciendo análisis de rastros, María Paula Soto Díaz. 

Desde la zona del Valle Inferior, en Trelew, María Paula Soto Díaz, también responde las preguntas de Sur Actual con entusiasmo: “Soy licenciada en Criminalística recibida en el Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires donde estudié tras terminar el secundario”. 

Luego de 5 años en Buenos Aires, “me fui a Córdoba, donde no ejercí. Ingresé a la fuerza después de 7 años de haberme recibido, por lo cual fue todo un desafío”, cuenta esta joven de 30 años. 

Ya de regreso, “cursé en la Escuela de Suboficiales en Rawson. Y cuando me recibí me enviaron a la División Policía Científica de Trelew. Mi cargo dentro de la institución policial es de agente. Realizo tareas de trabajo de campo y de pericias. Hace un año y unos meses que estoy en la división de Policía Científica y la experiencia la estoy adquiriendo toda acá”. 

-          ¿Cómo describirías tu trabajo?

-          En el trabajo de campo tenemos un ámbito de intervención muy amplio. Tenemos distintos tipos de hechos, desde los más simples como daños o robos, hasta los más complejos, como siniestros viales o situaciones con víctimas fatales donde hay que saber tener respeto por las familias y por las víctimas, pero también un poco de frialdad para no involucrarse demasiado. Creo que toda esta variedad es la que hace a la profesión tan interesante y lo que también transforma nuestro trabajo en un desafío constante con nosotros mismos. Tenemos que estar muy atentos al análisis, el manejo y la coordinación de la escena del crimen. Además, fuera de la intervención en el lugar del crimen, realizamos tareas de manera conjunta con el Ministerio Público Fiscal, de acuerdo a los requerimientos. Hacemos informes, identificaciones a detenidos y a cadáveres y pericias balísticas, documentológicas, y demás. 

-          ¿Cómo es la relación con los hombres en la institución?

-          Creo que en la actualidad hay un avance y un reconocimiento del rol femenino que ha cambiado la forma de pensamiento social. Me parece que ya no se pone tanto en duda si una mujer, en su condición de mujer o de madre a cargo de la familia y en lo laboral, tiene las capacidades suficientes para ocupar un cargo o un puesto de trabajo. Hoy, en la institución policial, se ha logrado un reconocimiento gracias a muchas mujeres que demuestran día a día su compromiso y su vocación, más allá de la formación en los estudios. En el ámbito de Policía Científica en particular no siento realmente desigualdades o distinciones por el género. Trabajamos en igualdad de condiciones. Tenemos un gran espíritu de equipo y compañerismo, y siempre lo hacemos desde el respeto por el otro. Actualmente nos encontramos con una oportunidad real: las mujeres podemos ocupar distintos espacios para los que nos encontramos calificadas. Estamos llegando a puestos de liderazgo como jefas, ocupando cargos que requieren capacidades de mando como encargadas, a la altura de cualquier otra tarea que se precise. Creo que siempre en la institución se incentivan el crecimiento y el desarrollo.