Los mejores capítulos de las series de 2016

El escritor Jorge Carrión reúne los que, a su juicio, son los once capítulos más renovadores, originales e inolvidables de las series de 2016. Si, "House of Cards" y "Game of Thrones" están en su selección.

Arte y Espectáculos25 de diciembre de 2016RedacciónRedacción

La tercera edad de oro de la televisión sigue produciendo a toda máquina. Centenares de series son malas o acaso aceptables; decenas de ellas, buenas; y algunas, incluso excelentes. De esa vasta oferta, el autor de esta lista selecciona, en el marco de temporadas que sí merece la pena ver, los que podrían ser los diez mejores capítulos del año. Bueno, tal vez once.


De izquierda a derecha: Nicholas Campbell y Riley Keough en “The Girlfriend Experience” 

11.-“Separación” (1×13). The Girlfriend Experience. Escrito por Lodge Kerrigan y Amy Seimetz. Dirigido por L.K.
Después de doce capítulos inquietantes sobre una estudiante de derecho que se dedica a la prostitución de lujo, con algunas tramas mínimas y una conclusión adecuada llega este episodio rarísimo, inesperado, una suerte de bonus track. En él la protagonista y un prostituto hacen de amantes clandestinos en una actuación privada, pagada por un cliente que se muere de celos.

Performance, artes vivas, experimento o epílogo, quién sabe: lo que sí sabemos es no se había visto algo así en televisión. Sin ninguna relación con las historias desarrolladas en la temporada, sin voluntad de clímax, conclusión o cliffhanger. Un precioso capricho de Steven Soderbergh y su equipo. Una de esas excentridades que abren caminos futuros. Por supuesto, en esta lista de diez, tenía que ocupar el lugar número once.


Julia Louis-Dreyfus, a la izquierda, y Anna Chlumsky en “Veep” 

Resumen inesperado y diagonal de los eventos y las relaciones que ya conocíamos, el documental amateur que filma la hija de la presidenta de Estados Unidos es hilarante y, por momentos, genial.

El humor blanco, el humor negro y el teatro del absurdo se van alternando a buen ritmo, mostrándonos un Washington sin pies ni cabeza y los disparates que ocurren en el Despacho Oval. Si Veep puede ser interpretada, en su excelencia cómica, como la parodia de ese drama magistral que es The West Wing, este capítulo puede ser leído como la vuelta de tuerca del falso documental que en la serie de Sorkin dedican a C. J. Cregg.


El séptimo capítulo de “American Crime” abre nuevos caminos para las series de televisión contemporáneas.

9.-“Episodio cinco” (2×5). American Crime. Escrito por Davy Perez. Dirigido por Rachel Morrison.
Mientras nos vamos metiendo en este relato hiperrealista y sucio; nos vamos enlodando en esta historia de abusos sexuales y morales en un colegio de secundaria; nos vamos involucrando en esta madeja de jugadores de baloncesto violentos y animadoras adictas a las drogas, homosexuales reprimidos y unos padres que hacen lo que pueden, pero no lo que deben; de pronto llega el capítulo séptimo y asistimos a un espectáculo de danza contemporánea.

Cuerpos casi desnudos. Una coreografía perfecta. Todos los conflictos de la trama traducidos a la belleza abstracta. La escena dura cuatro minutos y medio. Tampoco se había visto nada así en teleseries. También abre caminos futuros.


“Roanoke” le da un nuevo giro a la sexta temporada de American Horror Story. 

8.-“Episodio 6” (6×6). American Horror Story. Escrito por Ned Martel. Dirigido por Angela Bassett.
Abandoné la quinta temporada porque no soportaba la incapacidad interpretativa de Lady Gaga. Abandoné la cuarta porque me pareció redundante el freak show en una serie que es puro freak show. Pero, inexplicablemente, le di una oportunidad a la sexta y, ¡bingo! Porque “Roanoke” le da un giro de 180 grados a la serie.

Tras cuatro capítulos en que los supervivientes de la matanza en una casa encantada hablan, en clave de falso documental, mientras unos actores y actrices los interpretan en la reconstrucción de los hechos, en este quinto se revela que el reality fue un éxito y se va a rodar un nuevo programa, en que supervivientes y actores convivirán en la mansión maldita. Meta, post, todos los prefijos son válidos. E ironía. Y mala leche. Piruetas narrativas sin fin hasta la carnicería, siempre.


Jeffrey Tambor, a la izquierda, y Gaby Hoffmann en “Transparent” 

7.-“Nuevo y excitante” (3×10). Transparent. Escrito por Faith y Jill Soloway. Dirigido por Marta Cunningham.
Los treinta capítulos de Transparent han mantenido el mismo nivel de excelencia, cada capítulo como montaña rusa entre la poesía y la miseria, la carcajada triste y la punzada en el corazón. Pero solo uno ha sabido poner a un personaje secundario a la altura, e incluso por encima, de sus cuatro protagonistas. Porque, injustamente, en el relato de la metamorfosis de Mort en Maura, sus tres hijos tienen mucha importancia y casi ninguna la principal afectada, la madre de ellos, su exmujer, Shelly.

Entonces, en pleno final de temporada y en pleno crucero, llega su momento. El crucero supuestamente divertido es narrado con la mirada implacable de un David Foster Wallace; Maura tiene su momento climático y simbólico, el mar al fondo; pero es a la actriz Judith Light a quien recordaremos siempre, en su inesperada actuación musical. Grandísimo momento.


Robin Wright en “House of Cards” 

6.-“Episodio 49” (4×49). House of Cards. Escrito por Melissa James Gibson y Kenneth Lin. Dirigido por Robin Wright.
Tras superar la irregularidad y los desatinos de la tercera temporada, todos los capítulos de la cuarta de House of Cards son estética y narrativamente perfectos. Pero escojo este porque traslada a Claire a un nuevo escalón moral. Primero se niega a ayudar a su madre a morir pero cuando ella le sugiere que eso la ayudará en su carrera política, se decide a hacerlo.

Y no es Frank quien la acompaña en ese momento decisivo, sino Tom, el amante, el escritor, el impostor, el cómplice. Tánatos y Eros: en cuanto muere la anciana, hacen el amor. En paralelo, Frank amenaza a Cathy Durant en una de las escenas más metateatrales e hiperbólicas de la serie, pero todo es eclipsado por lo que ha hecho Claire en su casa de Dallas. No es de extrañar que lo dirija Robin Wright, quien da lo mejor de sí misma (esos planos lánguidos, esos silencios) a ambos lados de la cámara.


Kevin Christy, Lizzy Caplan y Annaleigh Ashford en la temporada final de "Masters of Sex" 

No lo puedo evitar: me enamoran los capítulos cuyo guion es ambiciosamente literario. Las palabras, las metáforas, las simetrías me distraen de las imágenes, de la puesta en escena, del vestuario, de todo lo demás. Y mi sensación de esta cuarta (y lamentablemente última temporada) de Masters of Sex es que sus guiones han sido inmejorables. Se han olvidado de los personajes adolescentes, de los secundarios históricos y se han centrado en ellos dos: Bill y Virginia.

Y les han añadido, para acabar de completarlos en toda su complejidad, una pareja antagonista: Nancy y Art, también expertos en sexualidad y, de pronto, socios. En “Abrigos o llaves”, Virginia asiste por error a una fiesta de intercambio de parejas. Los cruces, los malentendidos, las confesiones que esa equivocación provoca están trenzados en un crescendo precioso.


Jude Law en "The Young Pope"

4.-“Episodio 1” (1×1). The Young Pope. Escrito y dirigido por Paolo Sorrentino.

El papa de Roma emergiendo de una montaña de recién nacidos. Tras esa escena inicial que parece una instalación de Maurizio Cattelan, Sorrentino construye un episodio piloto capaz de sintetizar las estéticas de sus dos obras más emblemáticas: el tenebrismo italianísimo de Il Divo (a través del cardenal Voiello y lo que representa) y la luminosidad decadente y exportable de La grande bellezza (el Vaticano y Roma iluminados por la belleza demoniaca de Jude Law).

Pero si la puesta en escena y el guion recuerdan los mejores momentos de su cine, el ritmo es absolutamente serial. Y el conjunto, muy bienvenido por su inesperada personalidad, en un panorama de coproducciones europeas con estrellas estadounidenses que no han sabido más que imitar.


Cuba Gooding Jr. y Courtney B. Vance en “The People versus O. J. Simpson: American Crime Story”.

3.-“Marcia, Marcia, Marcia” (1×6). The people versus O. J. Simpson: American Crime Story. Escrito por D. V. DeVincentis. Dirigido por Ryan Murphy.

Ya comenté que los últimos Emmy evidenciaron que FX es la gran rival de HBO: The people versus O. J. Simpson probablemente haya sido la gran serie estadounidense del año junto con Game of Thrones. Varios capítulos estaban nominados como mejor guion dramático, pero ganó “Marcia, Marcia, Marcia”, donde se focaliza la hipermediatización del caso.

Todos los guiones de esta primera temporada son de premio: es ejemplar el modo en que adaptan el libro The Run of His Life: The People v. O. J. Simpson, de Jeffrey Toobin, y cómo te cuentan con toda la munición dramática y narrativa disponible una historia documentada y tan real. Te imantan a la pantalla como si no supieras cómo va a terminar.


Marco D’Amore, a la izquierda, y Antonio Milo en “Gomorra”. Situada en Nápoles, la serie se centra en la historia de una banda criminal italiana y sus luchas contra los rivales. 

2.-“Mea culpa” (2×3). Gomorra. Escrito por Stefano Bises. Dirigido por Stefano Sollima.
Inesperadamente descubrimos que Conte, el boss camorrista, está perdidamente enamorado de Nina, una bella cantante transexual. El capítulo se centra en esa relación imposible. En cómo la hace convivir con su religiosidad de nazareno. En cómo le estalla como una mina terrestre. El episodio es extraordinario.

Todos los de esta segunda temporada lo son. Pero “Mea Culpa” destaca por su contenido queer, tan necesario en una serie que se ha convertido en un fenómeno de masas, en uno de esos pocos relatos que son capaces de influir en la sociedad italiana de hoy. Bravo por Saviano, Sollima, Bises y Rampoldi: están haciendo historia en Italia, en Europa, en el mundo de la televisión.


Kristian Nairn en "Game of Thrones" 

1. “La puerta” (6×5), Game of Thrones. Escrito por David Benioff y D. B. Weiss. Dirigido por Jack Bender.
Si Stranger Things y Westworld —las otras dos grandes series fantásticas del año— se han caracterizado por un nivel notable en todos sus capítulos, Game of Thrones —en cambio— ha sido un vaivén de calidad, con tres capítulos extraordinarios y algunos francamente olvidables. Aunque “La batalla de los bastardos”, con su épica sísmica, y “Los vientos del invierno”, el impresionante y cinematográfico finale, pudieran figurar también en esta lista de los mejores episodios del año, escojo “La puerta” porque provocó que, por primera vez en mi vida, me levantara y aplaudiera a mi televisor.

Y lo hice no solo por maravillarme narrativamente ni por secuestrarme emocionalmente, sino porque lo hacía a través de un personaje secundario. Los otros grandes capítulos de esta sexta temporada nos sacuden con las hazañas y los actos terroristas de Jon Snow, Cersei, Daenerys o Arya; este, en cambio, lo hace con Hodor. El personaje menos elocuente, menos expresivo, con menos registros, se revela como el más memorable. Que descanse en paz.

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