
Lo que dejó la elección de CABA. Nota de opinión por Mario Bensimón (*)
Un recorrido por la capital siria permite entrever las heridas de la guerra y sus efectos en los ciudadanos que continúan con sus vidas pese a la profunda crisis económica que vive el país y los riesgos de los combates cercanos.
Argentina y el Mundo27 de noviembre de 2016Al llegar a Damasco, una ciudad habitada desde hace miles de años, donde culturas e influencias se han mezclado y acumulado como el coral de un arrecife, siempre te invade una sensación de tensión y emoción.
Después de más de cinco años de caótica guerra civil en Siria, la capital ha sufrido pocos daños y sigue en funcionamiento, con el bullicio de la gente viajando al trabajo, en los mercados y los restaurantes, en especial si se compara con Alepo, donde los ataques aéreos del gobierno han golpeado distritos que tenían ocupados los rebeldes y estos últimos bombardearon los del gobierno.
Pero mi estancia en Damasco a principios de este mes, a pesar de las restricciones impuestas por los escoltas que me asignó el gobierno, reveló las nuevas formas en que la guerra ha herido y deformado esta ciudad que he visitado en nueve ocasiones desde 2001.
Cuando fuimos de Beirut a Damasco tomamos la carretera que pasa por el palacio del presidente Bashar al Asad ubicado en la cima de una colina. Desde allí era posible observar los suburbios ocupados por los rebeldes y algunas veces se ve la humareda que dejan los ataques aéreos del gobierno y los bombardeos. También está cerca de una base aérea donde los opositores del gobierno que han sido detenidos a veces desaparecen sin dejar huella. Después entramos a la capital por la autopista Mezze, una amplia avenida con edificios de departamentos, oficinas de gobierno, cafés y tiendas de teléfonos celulares.
Pronto llegamos al centro de la ciudad.
En la base de la mezquita de los Omeyas, uno de los lugares más hermosos y con más niveles de la ciudad antigua, parejas y familias se relajan, alimentan a las palomas y posan para un hombre que lleva décadas usando la misma cámara Polaroid. Los muros del recinto datan de la era romana y albergaron por un tiempo un templo pagano y después una catedral; su patio sigue siendo uno de los espacios más serenos que he visto.
Adentro, algunos niños juegan sobre el piso de mármol pulido que refleja el cielo, las mujeres se sientan y murmuran sus noticias, el atardecer ilumina los murales bañados en oro y los vitrales. Pero a veces, el crescendo de aviones de guerra que no se ven interrumpe esa quietud.
En el hotel Sheraton Damasco, a pesar de la guerra, se han seguido celebrando bodas elegantes y cuando hay clima cálido los huéspedes se relajan a la orilla de la alberca, aunque cada vez hay menos personas que pueden participar de eso.
Los empleados de gobierno, cuyos salarios se han reducido por la inflación y el desplome de la moneda, se vieron desplazados de la clase media a la pobreza, por lo que muchos jóvenes han debido posponer su boda hasta que puedan costearla. Además, con los hombres divididos entre el ejército y las milicias, o en el exilio para evitar que los recluten, hay escasez de novios.
El centro de Damasco se percibe vivo y concurrido; la gente sube a camionetas y autobuses para ir al trabajo como en cualquier otra ciudad, pero el pesado tráfico se debe en parte a la proliferación de puestos de control.
Durante nuestra estancia de doce días en Siria se nos prohibió fotografiar puestos de control, pero están por todas partes. La persona que nos acompañaba por instrucciones del gobierno cambiaba de táctica con cada grupo de soldados y milicia —reprimendas, bromas, carisma— para lograr que pasáramos rápido. Sin embargo, los puestos de control son mucho más que una molestia para los sirios, ya que los ciudadanos pueden verse obligados a pagar sobornos, o bien terminar detenidos o secuestrados y obligados a servir en el ejército.
Los cafés que se encuentran cerca de la cumbre del monte Qasioun, que antes eran lugares populares para las citas románticas, están cerrados. En la cima de esta montaña resuenan los sonidos de la artillería y puede verse el extraño espectáculo de una capital que bombardea sus propios suburbios y algunas veces también es blanco de bombardeos.
El simple acto de cambiar dinero evidencia el desplome de la economía por los costos de la guerra, la destrucción del sector manufacturero y la pérdida de capital, porque los sirios ricos huyen o sacan sus bienes del país. En la frontera libanesa cambiamos 600 dólares por un ladrillo de libras sirias.
El valor de la libra contra el dólar es una décima parte del que tenía antes de la guerra. Así que las cuentas en los restaurantes se pagan con fajos de billetes, aunque me parecen muchísimo más baratas en comparación con visitas anteriores. En Naranj, el restaurante más fino de la ciudad antigua, un lujoso despliegue de platillos sirios tradicionales alrededor de las fuentes de mármol costó el equivalente a unos 10 dólares por persona.
Las sanciones que impusieron Estados Unidos y Europa con el objetivo de castigar al gobierno por sus abusos contra los derechos humanos han hecho imposible para la mayoría de los ciudadanos sirios usar tarjetas de crédito o abrir cuentas bancarias internacionales. Incluso industrias que se supone que están exentas, como la farmacéutica, algunas veces enfrentan obstáculos debido a las precauciones de los bancos internacionales que quieren evitar entrar en conflicto con las sanciones.
En Damasco los conductores de taxis y autobuses siempre se han considerado empresarios: escuchan clásicos árabes y música pop de Occidente, mientras evaden el tráfico hacen café en pequeñas cafeteras eléctricas y colocan luces románticas que encienden por las noches para crear una atmósfera de celebración. Este taxista, en cambio, era un soldado que trabaja en su tiempo libre para completar su salario, tan empobrecido que ya no alcanza para mantener a su familia.
En una glorieta central pueden verse estos dos anuncios contrastantes, uno al lado del otro. A la derecha, un cartel de reclutamiento que patrocina un grupo femenino declara: “Nuestro ejército somos todos. Ingresa a las fuerzas armadas”. A la izquierda, una clínica ofrece un tratamiento para bajar de peso que promete que “bajas un kilogramo después de cada sesión”, además de “depilación y decoloración sin dolor”. Muy cerca está Moadhamiyeh, un suburbio que fue sitiado por el gobierno en otra etapa de la guerra, lo que llevó a que algunos de los ciudadanos más vulnerables murieran de hambre.
La ciudad antigua de Damasco es la sección más hermosa y famosa con sus calles peatonales, callejones adornados con enredaderas y casas construidas hace cientos de años alrededor de patios.
No hay un museo para turistas, sino una gran serie de barrios entrelazados que reflejan la diversidad cultural y religiosa de la ciudad donde es posible encontrar una tienda de artesanías sirias clásicas y antigüedades al lado de otra que vende pasta de dientes y detergentes, o lencería y ropa deportiva.
Ahora muchos de esos locales están cerrados o solo siguen abiertos porque sus dueños disfrutan la compañía de otros comerciantes mientras beben café y juegan backgammon. Miembros de la milicia del grupo militante libanés Hezbolá, o sirios a quienes han ayudado a entrenar, vigilan las calles.
Algunos tenderos susurran que sienten como si estuvieran ocupados o se quejan porque los obligaron a pintar la bandera siria en sus puertas. Otros quieren abandonar el país pero no pueden hacerlo porque su dinero está invertido en el inventario (plata, azulejos, latón, brocados de seda, mosaico en madera) que no pueden vender. Todavía hay ocasiones en que los rebeldes bombardean y matan gente al azar.
Algunos propietarios, para subsistir, transforman sus tiendas de antigüedades en bares para los lugareños, en especial en la vía pública conocida como la calle Recta, el destino del apóstol Pablo en el camino a Damasco que se narra en la Biblia. En el Bar Tiki —como se muestra en el siguiente video tomado el sábado anterior a Halloween—, el barman pone música desde su laptop como todo un DJ mientras los clientes beben y fuman.
Me sorprendió notar más tarde, al observar el video, que el hombre que estaba a mi lado se vestía como nazi. Tenía un brazalete con una esvástica.
El impresionante santuario Sayeda Rokaya, venerado por los chiitas, tiene varias capas de decoraciones incrustadas: ¿Por qué elegir entre azulejos de cerámica, el brillo del cristal cortado al estilo iraní y voluminosos candelabros, si se puede tener todo?
En el santuario persiste una atmósfera de comunidad entre las mujeres que llevan a niños enfermos para intentar absorber sus bendiciones y tallan muñecos y prendas contra su reja. Golpean sus pechos en señal de lamentación. Muchas son peregrinas de Irak, Irán y Líbano, países con milicias que apoyan al ejército sirio, una intervención que ha causado una profunda división entre los sirios.
Las privaciones de la guerra también son evidentes aquí, al igual que en todas partes. La electricidad se interrumpe porque en Damasco hay cortes de energía a diario debido a la escasez de combustible. Los cantos continúan incluso cuando dejan de funcionar los altavoces. Luego las luces se encienden otra vez, y las plegarias se escuchan amplificadas.
Lo que dejó la elección de CABA. Nota de opinión por Mario Bensimón (*)
Los aportantes y la renuncia de Biden.
El mandatario provincial resaltó el rápido accionar de la Policía del Chubut, quien durante el mediodía de este miércoles identificó y detuvo al presunto femicida de la vecina de Rawson._
El dinero estará acreditado y disponible el viernes 27 por la red de cajeros automáticos del Banco del Chubut, para todos los agentes públicos y jubilados provinciales.
El mandatario provincial mantuvo un encuentro con autoridades del Comando de la Flota de Mar y destacó la función científica, histórica, educativa y de seguridad del emblemático buque. "Es importante que los más chicos puedan acercarse y tomar contacto con parte de la historia de nuestro país, que también forma parte de nuestra identidad como chubutenses", expresó. Asimismo, remarcó la función esencial de la Armada Argentina en la custodia de la Zona Económica Exclusiva, "protegiendo y custodiando nuestras aguas".
El mandatario provincial aseguró que el nuevo marco normativo "fortalecerá la matriz societaria y productiva local, fomentando decididamente que la empresa vuelva al crédito". La normativa exime del Impuesto de Sellos a la constitución de sociedades y aumento de capital para entidades a registrarse en la Inspección General de Justicia de la Provincia, y recibió el acompañamiento mayoritario de los legisladores durante la última sesión ordinaria.
Además, se retuvieron once rodados y se labraron 156 infracciones a la Ley Nacional de Tránsito. Las alcoholemias más elevadas de la provincia se registraron en Rawson, Trelew y Gaiman.
Se jugará el sábado 28 de junio en Trelew. La entrada será gratuita y el valor del cartón es de 10.000 pesos.